Solidaridad

El paludismo, una enfermedad de la pobreza

Manos Unidas

En pleno siglo XXI, el paludismo sigue siendo una enfermedad de la pobreza: 249 millones de casos de malaria y 608 000 muertos, el 95 % en África

En 2023, Manos Unidas aprobó 85 proyectos, por 5,2 millones de euros, que contribuyeron a mejorar la salud de 520 000 personas.

En 2022 hubo 249 millones de casos de malaria y 608 000 personas murieron a causa de la enfermedad. África, con 233 millones de contagios, es el continente que concentró el 94 % de los casos y el 95 % de las defunciones. El 78 % de estas muertes se dieron en niños menores de cinco años.

África, el mayor número de países en pobreza

La pobreza es la causa de la prevalencia de la malaria. Los fallecimientos derivados son muy superiores al resto de los continentes.

«La malaria es una enfermedad de la pobreza. Nace de la pobreza, afecta a los más pobres, causa más pobreza y mata más a los pobres»

Fidele Podga, Manos Unidas

También la crisis climática (aumentos de temperaturas, ciclones o inundaciones) afectan profundamente a la estacionalidad e intensidad de la malaria al crear contextos idóneos para la proliferación y actividad de mosquitos.

La erradicación del paludismo es complejo

Las estrategias de suministro de tratamientos y de prevención no han sido suficientes.

Hay dos las vacunas que podrían ayudar. Sin embargo, una de ellas, la Mosquirix, se ha estado experimentando durante dos años en Ghana, Kenia y Malaui, con resultados difícilmente evaluables.

Hay lugar para el optimismo pero la malaria sigue siendo la enfermedad más mortal del continente africano.

Las medidas de prevención planteadas están lejos de conseguir los resultados esperados sobre todo porque se están dando resistencias de mosquitos a los insecticidas. En los tratamientos, se está dando también resistencia a los medicamentos. La eficacia de las vacunas ronda el 30 % (RTS, S/AS01 – Mosquirix) y el 70 % (R21/Matrix-M), aparte de los esfuerzos económicos que todavía suponen su producción, distribución, y acceso de las poblaciones más vulnerables.

Las víctimas, mayoritariamente los más pobres, no gozan de oportunidades para librarse de ella

Se exige una gestión sociopolítica del entorno que elimine las distintas formas de insalubridad que fomentan la proliferación de sus vectores:

  1. aguas estancadas
  2. aguas residuales
  3. alcantarillado deficiente
  4. incontrolada inmundicia donde malviven millones de seres humanos

También, una política territorial y de vivienda que permita a las familias acceder a una vivienda digna con servicio de agua y saneamiento y una red de alcantarillado adecuado para evitar la reproducción de mosquitos.

Y que las familias tengan ingresos que les permitan el acceso a medicamentos y vacunas, o que exista una verdadera protección social que garantice que esa vacunación llegue a todos.

La mera existencia de las vacunas no significa que sean asequibles a todas las personas.

El trabajo de Manos Unidas, tanto en Educación para el Desarrollo como en los proyectos que la ONG de la Iglesia católica lleva a cabo en 50 países se empeña, precisamente, en conseguir mejorar las condiciones sanitarias, de vida y de nutrición, así como el acceso al agua potable y al saneamiento ambiental y habitacional, de las poblaciones más pobres y vulnerables, que son las más afectadas por la malaria.

La salud es un derecho de toda persona, con independencia de dónde vida. Por eso en 2023, Manos Unidas aprobó 85 proyectos, por un importe de 5,2 millones de euros, que contribuyeron a mejorar la salud de 520 000 personas.

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