La fuerte subida del índice PMI, correspondiente a la encuesta a los gestores de compras en la eurozona, ciertamente invita al optimismo, pero ¿es oro todo lo que reluce?
Con la vacunación yendo a buen ritmo en la Unión Europea, la demanda está registrando unos incrementos no vistos desde hace 15 años, por eso el índice PMI general ha alcanzado los 56,9 puntos en el mes de mayo, frente a los ya más que correctos 53,8 puntos del mes de abril. Efectivamente, desde mediados de 2006 no se había anotado un crecimiento tan elevado de los nuevos pedidos recibidos en el sector privado.
Y mientras el índice específico para el sector servicios por fin parece dar señales de vida, subiendo de 50,5 a 55,1 puntos, la cifra correspondiente a la actividad manufacturera se ha mantenido estable, lo cual no es sorprendente porque ya estaba en un nivel alto, 62,9 en abril y 62,8 en mayo. Estas cifras reflejan la recuperación de la eurozona, un dato que sin duda es motivo de alegría para todos los actores en la economía europea. Además, se ven respaldadas por resultados similares tanto en la primera economía de la eurozona, Alemania, como en otras economías destacables a nivel global: desde el Reino Unido, con la campaña de vacunación más adelantada que la de UE, hasta EE.UU., donde el índice PMI ha subido de los 63,5 puntos en abril hasta un nivel récord de 68,1 puntos en el mes de mayo.
En este contexto, que el PMI en China, segunda economía a nivel mundial, haya subido únicamente de 50,6 a 51,9 puntos en marzo y abril respectivamente puede parecer decepcionante, pero en este caso juegan otros factores: China ya salió hace meses de la parálisis causada por la pandemia, o sea, la euforia ya es cosa del pasado y preocupan allí otras cuestiones que en Europa también se deberían tener en cuenta para bajar considerablemente la alegría desatada.
Como ya indicó Christine Lagarde, la recuperación económica en la Eurozona sigue siendo frágil y por tanto el BCE no tiene intención de relajar las medidas de ayuda, aunque hayan sido criticados por haber mantenido con vida un elevado porcentaje de ‘empresas zombis’, que en situaciones de mercado ‘normales’ hubiesen desaparecido. También preocupa el fuerte incremento en los precios de las materias primas que, sobre todo, se notan efectivamente en la ‘Fábrica del Mundo’, China. La semana pasada, los contratos de compra para minerales de hierro marcaban precios cinco veces más elevados que los niveles más bajos de hace unos años. Estos aumentos de precios están creando paulatinamente presiones inflacionistas alrededor del planeta, como recientemente destacaba The Economist. Este fenómeno ocurre sin además mencionar la escasez de un considerable surtido de componentes y otros productos críticos para las cadenas de suministro globales, como los semiconductores, que están casi paralizando sectores enteros como la automoción.
Si se añade a este panorama el caos mundial desatado a nivel logístico, con el ‘Ever Given’ como un caso altamente visible pero en realidad más bien de carácter anecdótico, con fletes marítimos 3, 4 y hasta 5 veces más altos que hace 18-24 meses, es posible que la euforia por la subida del índice PMI sea de corta duración.
No obstante, suponiendo que lo peor de la pandemia haya pasado (un ‘si’ relativo, según las fuentes consultadas), los mercados tenderán a estabilizarse a medio plazo, cara al año 2022. Nos esperan todavía unos cuantos meses ‘de infarto económico’, aunque se permite un moderado optimismo para más adelante.
Tom Van der Heyden, profesor de OBS Business School