La RSC es uno de los conceptos que más han evolucionado en los últimos años tanto en contenido y finalidad como en el volumen de recursos económicos y humanos dedicado a ella por las entidades
En sus inicios, la RSC, comenzó como una contribución voluntaria de las organizaciones al desarrollo social, económico y ambiental y se ha ido transformando en un factor estratégico de mejora de la relación de las distintas organizaciones con el entorno en el que llevan a cabo sus actividades. La RSC es la suma de las iniciativas de una organización dirigidas a generar repercusiones positivas sobre la sociedad, ya sea desde su propio funcionamiento interno (derechos humanos y laborales, normas de trabajo, política medioambiental, ética profesional, etc.) como a través del compromiso social, el apoyo a colectivos vulnerables o la colaboración en el desarrollo de un entorno físico, emocional y relacional saludable y humanizado.
Aquí es donde se abre una gran oportunidad para las organizaciones del sector sanitario ya que ésta es una de las primeras y más constantes preocupaciones de los ciudadanos. Cualquier iniciativa que apunte a una mejora de la interacción entre las personas y el sistema sanitario y a humanizar los procesos asistenciales será rentable estratégicamente para las organizaciones.
La Fundación Espriu, segunda red de cooperativas sanitarias del mundo, lleva la RSC en sus genes y, a través de las distintas cooperativas que la integran, ha apostado por la RSC desde sus inicios, como no podía ser de otra manera, dado su carácter cooperativo, consiguiendo que sus objetivos sean útiles y modifiquen las maneras de hacer, las conductas y la satisfacción de las personas. La OMS y organizaciones mundiales sanitarias hemos firmado una iniciativa a través de la cual nos comprometemos a trabajar para alcanzar los ODS 2030 relacionados con la salud.
No cabe la menor duda de que la salud de las personas es imprescindible para el desarrollo sostenible, terminar con la pobreza, promover sociedades pacíficas e inclusivas y proteger el medio ambiente. Sin embargo, a pesar de los grandes avances logrados contra muchas de las principales causas de muerte y enfermedad, debemos redoblar nuestros esfuerzos o no alcanzaremos algunos de dichos objetivos relacionados con la salud. El Plan de acción global, representa un compromiso histórico con nuevas formas de trabajar juntos para acelerar el progreso hacia el cumplimiento de los objetivos 2030. Conlleva el compromiso de redefinir cómo nuestras organizaciones trabajan juntas para brindar un apoyo más eficaz y eficiente a los países y lograr una mejor salud y bienestar para todas las personas.
Además, para promover la salud y el bienestar hemos acordado desarrollar enfoques comunes y coordinar acciones en áreas de trabajo que tienen el potencial de aumentar el ritmo del progreso en la salud mundial. El conjunto inicial de siete ‘aceleradores’ incluye la participación de la comunidad y la sociedad civil, investigación y desarrollo, datos y financiamiento sostenible.
Carlos Zarco, director general de Fundación Espriu