Los empresarios de la democracia (1976-2004)
En el periodo conocido como de «transición democrática», que para ser más exactos deberíamos sencillamente denominar de «la democracia», si bien continúan actuando algunos de los grandes empresarios mencionados en la etapa anterior, o bien sus descendientes, se han dado algunas circunstancias especiales que hacen que valga la pena caracterizar a ese por lo general nuevo empresariado.
En efecto, por una parte se ha generalizado una conciencia social de que muchos de los más notorios, algunos con carreras meteóricas hacia la riqueza y el poder, han utilizado en su provecho amistades políticas, plataformas mediáticas, ventajas situacionales, informaciones privilegiadas. No es una casualidad que, si bien en bastantes casos se trata de fortunas amasadas antes o en el paso de la dictadura a la democracia, o de los primeros tiempos de ésta, la mayor parte de los casos estallaran en la etapa de gobierno socialista (1982-1994). En todo caso, tanto el relato de esos grandes negocios como la reflexión sobre lo que ello significa, son un cúmulo de tópicas frases que aluden a «fugas de capitales», «tramas económicas», «dioses de barro», «dinero sucio», «corrupción», «nuevos señores feudales», «descrédito», «nueva aristocracia económica»…
Así, no sorprende demasiado que algunos de esos grandes empresarios, tras una fulgurante etapa, caigan estrepitosamente e incluso acaben en la cárcel. Son los casos de Javier de la Rosa, de José María Ruiz Mateos, de Mario Conde. En otros casos, ha habido abundantes polémicas, bien por la evolución de las empresas, bien por su ruptura, por contenciosos jurídicos, etc. Me refiero a Miguel Durán, las hermanas Koplowitz y los «Albertos«, o el sorprendente empresario/espectáculo,Arriortúa, acusado finalmente de espionaje y deslealtad por una de sus grandes empresas de oportunidad. Tampoco faltan títulos sobre el gobernador del Banco de España, sorprendido en una pequeña pero nada ética maniobra para beneficiar con información especial a algunos familiares y amigos.
Pero hemos de advertir que muchos de los libros sobre esos casos, cocinados y ofrecidos con todas las más refinadas técnicas del best seller, objeto de polémicas y escándalos ellos mismos -aparte los que a su vez recogen y potencian- son, sí, bastante amenos, escritos con lenguaje coloquial, llano, hasta a veces algo provocador; pero carecen por lo general de rigor científico, no sólo en el lenguaje conceptual, también en la seriedad documental, en el análisis, que roza o rebasa el sensacionalismo, el interés en contra o a favor de los personajes.
En cualquier caso, sólo con algunos empresarios parece existir un cierto y generalizado respeto reverencial: son, sobre todo, los banqueros, aunque algunos de ellos acabarán también en complicados pleitos legales o jurídicos; y, sobre todo, los que han ido forjando sus fortunas desde cunas humildes, y que son vistos con respeto y simpatía. Es el caso de Amancio Ortega Gaona, el creador de «Zara», considerado hoy poseedor de la mayor fortuna de España. Otros, por el contrario, asombran por el omnímodo poder que emanan, aunque casi nadie quede libre de fuertes críticas.
Este texto pertenece al último capítulo del artículo «Las biografías de empresarios en España», de Eloy Fernández Clemente, publicado en 2004 en la revista Estudos do Século XX, n. 4, de la Universidad de Coimbra (Portugal), pp. 59-112. Naturalmente, se han suprimido las notas correspondientes. Como suele decirse en muchas novelas y películas, también podemos añadir, diez años después, que «todo parecido con la realidad es mera coincidencia», añadiendo aquí: la realidad de estos últimos diez años ha sido mucho peor. Pero esa historia requiere un estudio que aún está en marcha.