¿Dónde va Europa en materia de IA, LOPD, sistemas de alto riesgo y derechos de propiedad intelectual? Sin ética, a ningún sitio
That Texas Blood, Chris Condon y Jacob Phillips, Planeta, 2025
Dos decisiones revelan la dificultad de Europa para avanzar en la carrera tecnológica con ética:
- Relajar el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) para impulsar la innovación.
- Retrasar hasta diciembre de 2027 la aplicación de la Ley de IA para sistemas de alto riesgo.
Privacidad en entredicho
El RGPD de 2018 choca con la IA generativa, que requiere grandes volúmenes de información para entrenar modelos como ChatGPT o Gemini.
Bruselas sopesa reclasificar el desarrollo de IA como actividad de interés público o investigación científica, lo que permitiría reutilizar datos anonimizados sin solicitar nuevo consentimiento.
Es un cambio ideológico profundo.
«Redefinir la investigación científica para incluir productos comerciales
abre la puerta a una erosión sistemática de los derechos digitales.
Europa llega tarde a la carrera de la IA,
pero no puede traicionar los principios que la han definido.
La privacidad no debe ser una moneda de cambio,
sino una ventaja competitiva
si se integra en un marco de innovación responsable”
Vacío legal en sistemas críticos (identificación biométrica, evaluación crediticia, gestión del tráfico urbano…)
¿Cómo garantizar que la innovación en IA no comprometa la privacidad ni la resiliencia digital? De momento la Ley de IA, aprobada en 2024, se aplaza.
Hay que definir estándares técnicos y aliviar la carga administrativa pero…
Posponer la regulación significa convivir con tecnologías que manejan información crítica sin estándares claros de seguridad.
Ante ciberataques, las IA se convierten en vectores de ataque.
«La simplificación administrativa no debe traducirse en desprotección.
Las empresas deben anticiparse con auditorías,
autenticación robusta
y monitorización continua para evitar que la
falta de regulación se convierta en un riesgo sistémico”
Europa busca hacer frente a Estados Unidos y China, pero lo hace entre tensiones políticas y éticas. ¿Puede Europa liderar la innovación sin renunciar a sus valores?
