La crisis no afecta a todo el mundo igual. Los empresarios han sido grandes damnificados. La reducción del consumo les ha obligado a buscar ventas fuera de nuestras fronteras. En función del sector y el producto o servicio que se desarrolle, la exportación ofrece una luz en el túnel. No es fácil pero por lo menos es una salida. Una esperanza.
Peor lo tienen esos empresarios que se endeudaron en exceso. Para competir quisieron vender más barato y compensar esa reducción de márgenes con incremento de ventas. La crisis destrozó sus previsiones y el riesgo asumido se volvió en su contra.
Los funcionarios también han visto mermado su sueldo. Peor lo tienen los interinos que, a pesar de tener aprobada una oposición, ven mermado su sueldo y sus perspectivas laborales con inaceptables y retroactivas modificaciones de sus contratos en vigor. La cobardía de las Administraciones Públicas es manifiesta. Se atreven a infligir un daño mayor a los funcionarios interinos que a los funcionarios fijos. Abusones.
Pero si hay alguien que realmente está sufriendo la crisis son las personas en situación o riesgo de exclusión social. Un 26,8% de los españoles según datos del INE (2011). El informe Desarrollo humano y pobreza en España y sus comunidades autónomas elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y la Fundación Bancaja, afirma que la pobreza ha crecido en España un 8% entre los años 2008 y 2011. Lo dramático es que hay regiones en las que la cifra se dispara como Canarias (21%) o la Comunidad Valenciana (18%). La Fundación Etnor y otras organizaciones afirmaban con rotundidad que la falta de un empleo es una rampa hacia la exclusión social y la marginación. Y cada vez más empinada. Las políticas activas de empleo enfocadas especialmente hacia los colectivos más vulnerables a través de itinerarios de inserción socio-laboral son una de las claves para frenar esta dinámica. Hay que dar peces al hambriento. Pero mucho mejor enseñarle a pescar.
Juan Royo, director de culturaRSC.com