Antonio Campos González, Presidente de Apitex

Juan Royo Abenia

El más allá del Presidente

Antonio CamposRecientemente, el presidente ejecutivo de Ford, Bill Ford, dijo en la conferencia «Go Further with Ford» que «los problemas futuros de transporte en un mundo que para 2050 tendrá 9.000 millones de habitantes y 4.000 millones de vehículos frente a los 1000 millones que existen hoy, podrían ser problemas de derechos humanos» y precisó que es necesario replantearse el desarrollo del automóvil.

Ford realizó estas declaraciones en el seno de esta conferencia, donde durante tres días expertos del sector, diseñadores, intelectuales y representantes de medios de comunicación han tratado las tendencias futuras del mundo del automóvil.

Estas declaraciones no ponen en evidencia problemas que sean endémicos del sector de la automoción, sector que en los últimos cien años ha sido un impulsor de las comunicaciones, el transporte, el turismo, la logística y por tanto un protagonista activo de la globalización. Estas declaraciones son una reflexión sobre la relación, cada vez más estrecha, entre energía, consumo y demografía y su importancia para hacer sostenible sectores, países, ciudades y modelos de negocio. Es en este escenario donde el concepto de Responsabilidad Social aparece como garante de la sostenibilidad, y por ende, de la competitividad.

Y es que si analizamos estos factores por separado podemos comprobar cómo las decisiones que se adoptan en materia de consumo tienen consecuencias muy relevantes sobre el gasto de los hogares, sobre la competitividad de las empresas o sobre la balanza comercial; sobre el clima global y la contaminación regional y local; y sobre la estructura social, el empleo, o la pobreza. El consumo está contribuyendo al avance en el posicionamiento del ciudadano como persona clave en los distintos roles sociales: inversor, consumidor, elector, financiador, creador de opinión y productor, entre otros. Nuevos roles que permiten hablar de una inteligencia colectiva, en base a la cual son juzgados, premiados y castigados toda clase de productos y servicios de manera casi instantánea. Sólo tenemos que pensar en nosotros mismo cuando vamos a comprar un vehículo, alquilar un hotel o visitar una ciudad; las referencias individuales cada vez tienen un papel más significativo para influir en la decisión de compra, y cada vez los criterios están más vinculados a conceptos integrados en la Responsabilidad Social.

Otro elemento nuclear de las declaraciones de Bill Ford es la dependencia energética y el aumento de la demanda internacional de energía por parte de los países que están experimentando mayores crecimientos. Seguramente la crisis financiera, especialmente europea, provoque un avance de la construcción de una fiscalidad verde, aún por desarrollar, como vía para corregir la caída de ingresos, mecanismo de protección sobre las exportaciones y, a la par, nuevo nicho de creación de empleo, especialmente en el sector de las renovables.

Según el estudio sobre el empleo asociado al impulso de las energías renovables en España, elaborado por el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS) en colaboración con el Instituto de Diversificación y ahorro energético (IDAE) en 2010, hay cerca de 70.125 empleos directos y otros 45.570 empleos indirectos en otras empresas, sumando un total de 115.722 empleos en 2010.

Finalmente, el aumento de la esperanza de vida tendrá una incidencia muy importante en esta nueva tercera edad emergente. Más allá de personas con discapacidad, la accesibilidad se convertirá en un elemento creador de nuevos mercados, productos y destinos turísticos, en una concepción quizás no abordada en la actualidad. Seguramente Bill Ford estaba pensado en vehículos que incorporan la conducción autónoma, en sistemas de navegación inteligentes o que incluso son capaces de monitorizar los principales indicadores bioclínicos.

Así, el Presidente Bill Ford con esta reflexión quizás quiso indicar a este gran foro de expertos la idea expresada antes por Kenneth Galbraith, uno de los mejores economistas del siglo XX, cuando dijo «quien no piensa en el futuro acaba por no tenerlo». Pues aunque sea una frase lapidaria, conviene decir que tanto para productos, servicios, sectores o ciudades; el futuro será sostenible, o simplemente no será.